sábado, 7 de febrero de 2015

No me basta...

  Perdóname por llegar impuntual a tu playa y sin saber que decir. La maldita arena se me mete en los zapatos y me confunde aún más. El embriagador aroma de tu cuerpo se me adentra en las fosas nasales y me embota los sentidos, y me desorienta de más. Además no puedo despreciar el sonido de tu risa, que cosquillea mis tímpanos y adormece mi conciencia, y me aturde sin más. Tampoco puedo escapar a tu mirada, que me ancla en la miel de tus ojos volviéndome a desconcertar. Y si me acarician tus manos, ya no puedo hacer nada más...
  Y vuelvo a pedirte que me perdones por llegar tarde, por no saber si quiera musitar ese te quiero que tanto necesitamos oír...